
2019 fue un año especialmente triste para nuestra familia.
En el mes de abril, después de 13 años de compañía, cariño y tantas otras cosas bonitas que nos dejó a su paso por nuestra familia, tuvimos que dejar partir a nuestra amada Sasha.
Un año antes, nos despedíamos inesperadamente también de Misha. Golpeados doblemente por la pérdida de nuestras 2 fieles compañeras, ese año como nunca, viajamos fuera del país para distraernos, evadir la realidad y alejarnos de todo lo que nos recordase momentáneamente a Sasha.
En uno de esos viajes, visitamos a mi tía Julia que vive en New Canaan, CT, muy cerca a NY. Antes de llegar a su casa, se nos ocurrió llevar a los chicos a pasar el día a Manhattan, y perdernos entre sus calles. Fue en una de ellas, que encontramos una tiendecita de vitrina bonita, llena de curiosidades. Habían muchas cajitas de música todas de madera, una más bonita que la otra. Pero entre ellas, una en particular llamó mi atención.
Una pareja de muñequitos, agarrados de un paraguas rojo brillante eran acompañados por 2 perritos y un pajarito que giraban alrededor de ellos al son de la música.
Me quedé tristemente fascinada y embelesada mirando aquella cajita. Virgilio, mi esposo, comprendió de inmediato lo que aquella cajita me recordaba, y mientras sonaba la canción “Memories” de Maroon 5, decidió comprarla para regalármela.

Mis 2 hijos también vieron a nuestra familia personificada en aquellos muñequitos de madera. Así para ellos, la pareja central agarrando el paraguas, éramos mamá y papá. Los 2 perritos girando a nuestro alrededor, la de madera más clarita, Sasha y la de madera más oscurita, Misha. Quedaba un solo personaje y la pregunta de los mil millones que no se hizo esperar: “¿Mamá, y quién de nosotros 2 es el pajarito?”
Para evitar enfrentamientos y la tormenta que veía venir por si me decidía por uno o el otro, respondí que ¡ninguno!, que simplemente era un pajarito cualquiera.
Poco contentos con mi respuesta, y ante la insistencia de encontrarle un nombre y apellido a aquel pajarito, se me ocurrió la brillante idea, de darles gusto a los 2.
A cada uno en diferentes momentos y en secreto, les susurré lo mismo:
“Por supuesto, el pajarito eres tú, Lena”.
“Por supuesto, el pajarito eres tú, Gael”.
Ambos quedaron contentos y satisfechos con aquella confesión que los acreditaba oficialmente en ese momento, como “El Pajarito”.
2 Años más tarde y habiéndome olvidado de mi secreto x duplicado, fue que leí tu post Gabi y decidí postular a mi cajita en tu convocatoria “Objeto con historia”.
Al prenderla después de tiempo, mientras la miraba pensando desde que ángulo sería bueno tomarle algunas fotos para enviártelas, fue que se activó la memoria de mis chicos. Al escuchar la melodía, ambos corrieron a mi cuarto y tuve que hacerle frente a mi verdad/mentira de patas cortas.
Gael el mayor, de inmediato me asaltó:
-¿¡Verdad mamá, que yo soy el pajarito!?
-¡No Gael, el pajarito soy yo!” - replicó una Lena de voz enérgica, haciendo valer sus derechos.

Así estuvieron reclamándose mutuamente ser “el verdadero pajarito”, y yo en medio, con el sentimiento de culpa, sin querer ponerme en evidencia, ni poder calmarlos. De pronto Gael en tono de total provocación le lanzó a su hermana un premio consuelo:
“Ya pues Lena, como YO soy EL PAJARITO, si tú quieres, puedes ser el paraguas rojo…”
Pensé que escucharía una rotunda negación de aceptación, y los acostumbrados sollozos, como cada vez que mis hijos no pueden ponerse de acuerdo, y la frustración le gana la batalla a Lena y le da un punto a favor al fregado hermano. Pero tras un breve silencio, una calmada “ex-pajarita” respondió con total madurez y conformidad:
“¡Esta bien! Yo voy a ser el paraguas rojo, porque mamá y papá lo tienen agarrado y es como si yo estuviese en el medio de los 2, agarrándome de sus manos.”
Fue la metáfora más bonita que a mi niña de 6 se le hubiese podido ocurrir, y además, me dejó feliz de saber que ya todos estábamos en paz, con nuestra familia completa, puesta en aquella cajita de música, girando a lo que luego me di cuenta, no era la canción “Memories” de Maroon 5, sino la pieza barroca “el Canon” de Johann Pachelbel.
Me sentí tan mal por haberle quitado su autoría a Pachelbel, que creí conveniente mirar un video de 15 minutos donde aprendí como fue que se creó esta hermosa pieza que se hizo tan mundialmente conocida a través de los tiempos, a tal punto que un grupo de pop la tomó prestada para grabar su hit, logrando confundirme.
Pero bueno, esa ya será otra historia.
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